Fue en el 2013 cuando la empresa para la que en ese entonces trabajábamos, tomó la decisión de delegarnos el patito feo del derecho, la recuperación de cartera vencida. Lejos estábamos de entender que ese día nuestras vidas ya habían cambiado. Y es la realidad, a ningún abogado que se sienta de etiqueta, le encanta la idea de dedicarse “a cobrar”.
Representábamos a más de 15 instituciones financieras en el país. Éramos los reyes de los embargos en la CdMx y su zona conurbada. Siempre había pendientes que palomear y juzgados que visitar. Nos fuimos dando cuenta que además de ser implacables litigantes debíamos de desarrollar habilidades de orden y proyección. Los rankings anualizados nos comenzaron a reconocer y a premiar frecuentemente.

Había días que a nuestros 25 años de edad, bien nos correspondía embargar a multimillonarios en las zonas más exclusivas de la República, sacar a remate inmuebles que en nuestras vidas sabían que existían (para bien y para mal) a precios imposibles -ya lo comenzábamos a saborear-, así como desalojar propiedades en zonas que ni en videojuegos se logra entrar.
Al paso del tiempo aquella materia de la abogacía que atenderla parecía un castigo, se transformaba en negociaciones desafiantes y análisis que ya involucraban números que hacían sentido.
Pasaron unos cuantos años y cobraba fuerza la idea de comenzar a hacer negocio con el conocimiento técnico jurídico que dominábamos. Por ello, la inversión se hizo partícipe de nuestros discursos y sueños todos los días. Asimilar que la judicialización del cobro de deudas hipotecarias trasciende en decisiones monstruosas de Bancos y Gobiernos resultó apasionante.
Fue sin duda la pandemia por el COVID19 la que nos dio la claridad para aterrizar tantos conceptos, conocimiento, experiencias y sueños. Con tantos días de encierro, se presentó la oportunidad para darle forma a lo que ya sabíamos que existía (remates bancarios) pero que no estábamos de acuerdo en repetir los malos hábitos que la industria ofrecía.
Nos convencimos de que FONDO MAGNO debía ser diferente (innovar, innovar y luego innovar) y sobre todo, efectivo. Así entonces, desde su nacimiento adoptamos la necesidad de que la tecnología fuera uno de los bastiones que soportará la idea, la sustancia. Además de que no entenderlo así nos condenaría a la obsolescencia puesto que la tendencia de la digitalización ya no es tendencia sino realidad.
Con 10 colaboradores directos, 65 inversionistas y más de 300 mdp en activos (respaldo), FONDO MAGNO se posiciona como la primer empresa en el país dedicada a los remates bancarios que desarrolla su propia App y que detenta el modelo de negocio más completo y atractivo de América Latina. Con muchísimo que mejorar aún.
Trabajamos sin descanso en miras de contribuir al ecosistema financiero, crediticio, jurídico e inmobiliario en el que nos desenvolvemos. Sabedores en que el manejo de las inversiones nos obliga permanentemente a actuar en el marco de normativas y principios basados en el respeto, dignidad y responsabilidad social/económica.
Estamos orgullosos de lo que somos y hacia dónde nos dirigimos. Gracias a todos los involucrados pues sin ustedes no habría sido tan satisfactorio. Vamos por más.
Oscar Preciado
Co-Founder
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